El findelmundo ya pasó, nadie lo recuerda. Sin embargo, cimbramos sobre la órbita, volvemos a estar ahí, al menos respecto del sol.
El resto de las estrellas (fijas o errantes) es otro asunto, incluso satelital; y sin embargo, celebramos las mismas fiestas aniversarias. Feliz cumpleaños, feliz cumpleaños, pepino de mar.
Hace un año tú, timidamente.
Ah, estos doce días entre el doblecorazón Malinche por la lengua, e Hilar la flor de plata para equilibrar la pajarera en oro: atención, Blancanieves despierta, ya te pinchaste con el huso, ya dormiste, ya transformaste el veneno en aguamiel de vida manantial, ¿y ahora?
Agradecida con quien se acordó de mí dos semanas antes del aniversario de la última vez que nos vimos. Enternecida, pequeña Malinche por la lengua, especialmente porque fue sin darse cuenta. Es bonito porque podríamos estar en un lugar semejante al que ocupamos hace cosa de un año, ¿te acuerdas?, aprovechar las órbitas sincrónicas como lanzaderas: tomar ese impulso, su inercia, la frecuencia vibratoria que marca su movimiento.
Nuestro amigo invertebrado
El pepino de mar, que solíamos ver con tanta frecuencia en las salidas de campo: un equinodermo, como las estrellas de mar.
El misterioso pepino de mar, también llamado holoturia. Animal que habita en las aguas poco profundas y contribuye a la oxigenación del ecosistema. Inofensivo, bastante pasivo, poco destacado: oscuro, callado. Intenta pasar desapercibido cada vez que puede. A la hora del miedo, estalla entregando sus tripas al enemigo.
Y aprovechando la confusión, se salva.
Hoy, qué bello celebrar un cumpleaños: hace tantos años, esta persona nació en este mundo, ¡viva!
Hoy, qué bello un encuentro imprevisto, ¿hace cuánto tiempo?
Hoy, una planta nueva, aroma. Me prestaron un libro que habla de un hombre que hizo caso de lo que le dijo un adivino. Y lo que en consecuencia aconteció.
Taroteca Uruguay, muchas gracias!
(¿levanten la mano las de Ucrania?)
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